En su origen, esta palabra francesa se refería al eje que se colocaba en el tronco de los árboles para ayudar al árbol a crecer recto. Con el paso del tiempo se identificó con cualquier eje que sirviera de apoyo a un mecanismo. En la actualidad, denominamos palier a la barra articulada encargada de llevar el movimiento desde el diferencial hasta las ruedas, permitiendo que tanto la suspensión como las ruedas trabajen adecuadamente.
El primer elemento en formar parte del sistema de transmisión es el volante, que transmite el giro al embrague, éste lo pasa a la caja de cambios y de ahí al árbol de transmisión, luego al diferencial y el movimiento que sale de éste se transfiere finalmente a las ruedas gracias a los palieres. Estamos hablando de que es el último elemento de una larga cadena que tiene el objetivo de hacer girar las ruedas.
De cada diferencial salen dos palieres, uno para cada rueda. Si nuestro vehículo cuenta con tracción trasera tendrá el par de palieres detrás, mientras que uno con tracción delantera los tendrá en la zona delantera. En el caso de los vehículos con tracción total, al ser todas las ruedas motrices, habrá cuatro palieres, uno para cada rueda.
La barra metálica a la que llamamos palier no podría transmitir el movimiento a las ruedas si no fuera por el resto de elementos que la componen. Cada palier tiene dos juntas homocinéticas, una junto a la rueda y otra en el diferencial. Su papel es el de permitir la transmisión evitando la falta de alineación entre eje de rueda y palier.
Otra parte fundamental son los fuelles o guardapolvos: conos de goma con forma de acordeón que contienen las juntas homocinéticas debidamente protegidas y lubricadas con grasa para que puedan trabajar de la manera más segura y eficiente posible. Para finalizar, las abrazaderas se encargan de mantener los fuelles en su sitio y sin holgura, un aspecto primordial para no tener problemas.
Averías más frecuentes del palier o semieje del coche
Uno de los motivos por los que se suelen dañar los palieres es por impactos con piedras o gravilla. Si llegara a doblarse, las vibraciones irían en aumento según el automóvil fuera cogiendo velocidad. Además, el coche se comportará de un modo impreciso tanto en curvas como en rectas. En caso de no corregirlo de inmediato, las juntas homocinéticas, los rodamientos de los bujes y, posiblemente, el diferencial se dañe debido a las vibraciones excesivas.
Palier con holgura: Lo notaremos al escuchar un ruido sobre todo al acelerar o frenar. Lo que quiere decir que el palier se mueve sobre su eje cuando realiza su trabajo de transmitir el giro. Es conveniente cambiarlo de forma inmediata para evitar problemas mayores o de estabilidad en el vehículo.
Problemas de lubricación: El palier va lubricado por los fuelles, cualquier avería en este sistema provocará una mayor exposición al agua y otras partículas que acelerarán su oxidación. Lo identificaremos al oír un traqueteo cuando giremos el vehículo a baja velocidad. Cuando se llega a este punto, normalmente quiere decir que el daño en la junta ya es importante. Lo mejor que se puede hacer es revisar los fuelles con regularidad y comprobar que no hay grasa en el suelo o en la llanta.
Rotura del palier: Por último, el palier podría romperse. En caso de que esto suceda, el susto puede ser importante, especialmente si nuestro vehículo no cuenta con un buen control de estabilidad, puesto que se transmite toda la potencia de giro al palier que no esté dañado. Lo normal es que oigas un ruido muy fuerte y tengas que parar el vehículo lo antes posible para llamar a la grúa.
El palier es un elemento fundamental que debe comprobarse cada cierto tiempo para evitar sustos en la carretera. Es importante que “escuchemos” a nuestro vehículo. Un palier dañado produce un ruido metálico y repetitivo que nos recuerda al sonido de unas castañuelas. Si lo detectamos a tiempo es posible que solo haya que cambiar los fuelles y la factura no se eleve, pero si no lo revisamos a tiempo podemos comprometer seriamente la seguridad de nuestro vehículo y los pasajeros que viajan en él.
Gracias al método práctico del Instituto Técnico de Automoción, los alumnos desarrollan habilidades reales en Mecánica y Electricidad y en Chapa y Pintura, preparándose para trabajar desde el primer día.