Hasta hace unos años no había duda alguna. Cuando hablábamos de la batería del coche siempre lo hacíamos pensando en esa pequeña pila que servía como fuente de alimentación. Sin embargo, la aparición de los coches electrificados ha marcado un antes y un después. Todos los coches llevan una batería, aunque en el caso de los eléctricos hay que distinguir entre la tradicional y la que sirve como fuente de energía principal para mover el coche.

¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE UNA BETERÍA CONVENCIONAL Y LA BATERÍA DE UN COCHE ELÉCTRICO?

Lo principal es el tamaño. Como ya hemos dicho, las pilas tradicionales son de pequeño tamaño, apenas ocupan espacio y pueden ser trasportadas por cualquiera. La batería de un coche eléctrico es grande, pesada y no hay persona en este mundo que pueda echarse una a la espalda. Hay que tener en cuenta que están pensadas para que un coche pueda moverse, mientras que las baterías convencionales apenas trabajan en el arranque.

Además del tamaño también podemos hablar de la posición que ocupan una y otra en el coche. Una pila tradicional está a la vista, es fácilmente accesible y se puede cambiar la batería del coche sin mayor problema. La batería de un coche eléctrico está oculta, inaccesible y bajo ningún concepto puede ser manipulada por alguien que no sea experto o esté debidamente preparado para ello. Son pilas de alta intensidad que pueden causar daños severos.

La vida útil es otra diferencia clara entre ambas. La batería de un coche de combustión normal y corriente no aguanta más de dos o tres años, en casos muy extraños puede extenderse por encima de los cinco. La pila de un coche eléctrico está pensada y diseñada para aguantar muchos más años y kilómetros. Los fabricantes dan garantías de hasta 10 años, aunque por norma general es que puedan soportar varios años más.

CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LA BATERÍA DE UN COCHE ELÉCTRICO

Lo principal ya lo hemos mencionado: tamaño, peso y autonomía. La tecnología que las rodea también es claramente diferente. Bajo su estructura metálica se esconde avanzada tecnología. Los materiales empleados tampoco son los mismos, y en función del tipo de componente empleado podemos diferenciar un tipo de batería u otra.

Hay varios factores que también resultan de especial importancia: densidad energética, potencia, eficiencia, coste y ciclo de vida. Hasta la fecha no existe una tecnología perfecta o definitiva. Cada una ofrece ciertas cualidades, aunque también algún que otro inconveniente. Las más empleadas son las baterías de iones de litio, aunque existen más tipos, veamos algunos:

BATERÍA DE IONES DE LITIO: Las grandes estrellas. Son las más empleadas como baterías de coches eléctricos. Entre sus ventajas: alta densidad energética, tamaño y peso contenidos, alta eficiencia y sin efecto memoria. La parte menos positiva es que resultan caras de producir. Son el componente más caro de todo coche eléctrico.

BATERÍAS DE PLOMO ÁCIDO: Son las más tradicionales, apenas han modificado su estructura con el paso de los años. Su baja densidad y su bajo coste de producción las hace ser las más empleadas como baterías de coches convencionales. No resultan aptas para coches eléctricos.

BATERÍAS DE NÍQUEL-METAL HIDRURO: Estas seguro que te suenan porque son las más habituales en los coches híbridos. Destacan por tener una mayor capacidad y por minimizar el impacto del efecto memoria. Por el contrario, no resultan ideales para los coches 100% eléctricos por su baja densidad energética y por su lentitud en el proceso de recarga.

BATERÍAS DE IONES DE LITIO CON ÁNODO LIFEP04: Son una evolución de las anteriores. Consiguen minimizar algunos problemas, pero no todos. Entre sus ventajas encontramos una mayor potencia, una mayor seguridad y más estabilidad. Por el contrario, se reduce la densidad energética a la vez que se incrementó el precio de producción.

Estas son las baterías principales que existen en la actualidad. Los coches eléctricos se decantan principalmente por el litio, aunque están surgiendo nuevos materiales y técnicas que aprovechan al máximo otros recursos. Tal es el avance actual que algunos coches eléctricos ya superan en autonomía a los tradicionales coches de combustión, aunque siguen presentando el inconveniente de la dependencia de un enchufe.

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